Mary Shell era un persona totalmente maravillosa, era una
persona sin prejuicios, era un persona que nunca decía una palabra mal sonante,
era alguien con el que te gustaba estar, un ángel , Mary Shell podía ser lo más cercano que
conocerás nunca, cuidaba de los suyos y de su familia, con la misma dedicación
que los hombres acuden a un partido de futbol, era amable y cariñosa, la mejor
amiga que se podía tener, ama de casa, pasaba la vida entre quehaceres y
platos, entre comidas y sartenes, era lo que se podía llamar una multitarea.
Donaba dinero a la parroquia frecuentemente y cuidaba de su
marido y sus hijos con la misma veneración que se puede tener a un santo, así
era Mary un trozo de pan.
Contaba ya con unos trabajados 50 años y estaba casada con
Bill, el sheriff del pueblo, un hombre bonachón y mundano, un vaquero con malas
pulgas, llevaba casada con Bill 30 años y eran la pareja ideal, al menos hasta
el día que nos ocupa.
Mary ese día se levanto temprano, algo normal en su rutina,
cogió un vestido floreado, se perfumo y salió a la calle para hacer la compra, arrancó
su viejo Lincoln azul claro y bajó rápido por la principal avenida del pueblo,
era una buena conductora, pero le gustaba apretar el pie hasta el fondo, Bill
se lo tenía dicho no corras algún día tendrás un susto , por suerte nunca había
sido así, pues Trebeka era un pueblo
tranquilo, con poco tráfico, nunca pasaba nada importante, nunca tuvieron un
crimen, nunca un altercado demasiado grave, nada demasiado peligroso, era un
pueblo pequeño de unos 2000 habitantes y la gente se conocía de toda la vida muchos
eran familia, otros amigos y el trato en general era bastante cordial.
Aparcó encima de la acera y entró en el ultramarinos de Jhow,
Jhow era un hombre alto medía cerca de 2 metros y fornido como un tronco de un
árbol, llevaba un extraño bigotillo finito que le gustaba lucir, era como su
seña de identidad tenía unos 40 años, había heredado el ultramarinos de su
padre y no era muy feliz allí pero como todo hijo de vecino tenía que ganarse
el pan y sus hijos no podían vivir de sueños.
Cogió el detergente, pagó y salió rápido del local aun tenía
que recoger a su nieto de la guardería y la faena se amontonaba por momentos, a
veces hubiera querido que el día durara más de 24 horas o poder parar el tiempo
a su antojo.
Entró en el Lincoln, arrancó el motor de nuevo y como alma
que lleva el diablo, se dirigió a Edmonton road, pues el pequeño Robert
esperaba a su alocada abuela ya en la puerta acompañado de su maestra, hoy se
había puesto malito y llamaron temprano para que pasaran a por él, Robert era
un niño feliz, risueño, bajito, tenía el pelo rubio casi blanco y una pequeñita
naricita respingona solo tenía 3 años, era travieso pero inteligente y el
tiempo lo pasaba con largas carreras, no podía parar de correr era un niño
inquieto, en clase solía jugar en solitario, era muy independiente y solo
entraba en los juegos si el decía, si podía convencer a los demás niños que
hicieran lo que el decía.
Su rostro se iluminó al ver a Mary, la quería con locura,
como tantas abuelas, era su abuela y su madre, pasaban largas horas juntos y se
divertían con los juegos que su Bu le preparaba, así llamaba a Mary, hablaba
poco pero tenía palabras para referirse a todos y se hacía entender, lo cogió
de la mano y cogieron camino a casa, tenía que dar a Robert de comer, hoy tocaba
puré de zanahoria una de sus comidas preferidas.
Bill llegó como siempre
a las 14.00 era puntual como un reloj y su apetito siempre voraz, vio extrañado que el viejo Lincoln no estaba
aparcado en la puerta, cerca de los rosales, entró rápido en casa y no encontró
ni a su mujer ni a su nieto
Llamó a su hijo al trabajo, pues hoy tocaba turno y preguntó si sabía algo si le comentaron o
dejaron alguna nota y lo único que consiguió fue preocupar a Jhon que le dijo
que acudiría a casa lo más rápido que pudiera, Bill intentó disuadirlo pero fue
inútil.
Bill preocupado preguntó en el ultramarinos, a la profesora
de Robert y todos le explicaron, que la vieron, que compró y que recogió al
niño, Bill ya no sabía dónde meterse, esto no era normal en Mary, ella nunca
faltaba a comer y mucho menos si llevaba a su nieto, nada concordaba, malos
presentimientos pasaron por su cabeza y
cada segundo pesaba como una losa, tenía que averiguar que podía haber pasado,
esto no era normal.
Llamó a su ayudante y comenzó la búsqueda por el pueblo,
intentó recabar todas la pistas que pudo, pero parecía que habían sido
engullidos por la tierra, sin ningún tipo de rastro.
Jhon llegó a casa y no encontró a su padre, dio la vuelta y
sacó su viejo teléfono móvil de la cazadora, Buscó en la agenda su número y
llamó, un tono, dos tonos, tres tonos y el contestador, jugueteaba nervioso con el móvil , volvió a
marcar el numero, un tono, dos tonos y a punto de cortarse, la voz de su padre
apareció al otro lado de la línea, dime Jhon , la voz de su padre sonaba
apagada, donde esta mi hijo papa, donde esta Robert sabes algo? su padre
intentó calmarlo y quitarle hierro al asunto, no te preocupes, aparecerán,
seguro que tu alocada madre se ha ido a visitar alguna amiga y el teléfono se
le ha quedado sin batería, por supuesto Bill no pensaba nada de esto, pero
quería tranquilizar a su hijo, quería que no pasara por el nerviosismo que el
experimentaba en ese mismo momento, pero fue inútil, las únicas palabras que pronunció
fueron, dime donde estas que salgo para allá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario