miércoles, 4 de mayo de 2016

CAPITULO 1: LA BUSQUEDA : Parte 2



Mary se despertó sobresaltada, estaba en un suelo sucio, de baldosines antiguos, en una habitación cerrada, las paredes estaban pintadas de un color rosa, pero de eso haría muchos años pues el color estaba envejecido, una pequeña puerta de hierro con un gran cerrojo presidia la pequeña habitación.
Nerviosa miro hacia los lados buscando al pequeño Robert, pero en esa habitación solo estaba Mary, un par de sillas y un olor extraño a viejo y malvado, no pudo aguantarse las ganas de llorar y comenzó a sollozar fuertemente, se oyeron unos pasos en la otra parte de la puerta y una voz ronca dijo, la puta ya esta despierta, vamos a ver lo que nos dice, un fuerte chirrido al girar el cerrojo acompañado de un desagradable chirriar de bisagras la luz inundó  la estancia, una sombra inmensa apareció al otro lado.
Aquel hombre era enorme, bueno si se le podía llamar hombre, pues su rostro estaba desfigurado y una bobalicona sonrisa acompañaba todos sus gestos, tenía la nariz torcida, los ojos muy juntos, eran de color negro intenso, los dientes amarillos y podridos y unas orejas inmensas, su cara estaba surcada por grandes cicatrices y sus manos eran como dos palas de recoger nieve, sus pies estaban descalzos y llenos de pelos, roñosos y ennegrecidos de andar descalzo, su barriga fue la primera en entrar en la habitación pues era grande y prominente, aquel diablo, aquel ser horrendo la miraba con incredulidad, mientras de su boca salían grandes cantidades de saliva, que acababan en el sucio suelo.
Se acercó a Mary con su ruidoso caminar, la levanto del suelo y pronunció unas palabras que Mary jamás podrá olvidar, buscas a tu pequeñín vieja puta? Buscas al niño que venía contigo, jajajaja, sus carcajadas resonaron por toda la habitación, ella estaba asustada, empequeñecida, temblaba como una niña, lo miraba, no quería creer lo que estaba pasando, atada de las muñecas se sentía paralizada indefensa.
De repente el enorme hombre desfigurado fue empujado hacia un lado de la habitación y pego un sonoro golpe con su cabeza en la pared, y se quedó mirando con un incredulidad, un hombre más pequeño pero vigoroso, había entrado sin que nadie se diera cuenta y había empujado con fuerza al grandote hasta derribarlo en el suelo, era un hombre alto, pero no tan alto como el otro, a diferencia de su compañero tenía cierto encanto, era moreno, fornido y con ojos negros que te penetraban hasta el alma, su cara estaba cubierta por una pequeña barba, que le daba un toque varonil, tenía una risita irónica y miraba siempre fijamente, su maldad era evidente desde el mismo momento que entró en la habitación, se giró rápidamente y dirigió su mirada inquisidora hacía el grandullón que aún se quejaba del fuerte golpe y casi gritando le dijo que se levantara si no quería recibir más, el grandote dio un paso titubeante, se puso en pie y con su voz grotesca dijo, perdona hermano, tenía que haber esperado para entrar pero tenía ganas de ver esta zorra sufrir, su uso de la lengua y sus gestos, dejaban ver que dentro de esa enorme cabezota no había mucho, algo fallaba por la inmensidad de su cerebro, mas tarde descubriría su historia y entendería todo.
Mary seguía en pie, mirando la escena, el guapo, que es como empezaría a llamarlo, le dijo fríamente que nunca saldría de allí y que por ahora podía estar tranquila pues su nieto estaba en la habitación contigua y que por suerte aun seguía vivo pero que era algo que podía cambiar en cualquier momento y que eso solo dependería de ella.
Bill se ajustó la pistola y subió al coche policial tenía que seguir con los interrogatorios, él como buen profesional sabía que las primeras 24 horas eran cruciales para estos casos, posteriormente a estas primeras horas la posibilidad de que aparecieran vivos se reducía drásticamente, salió rápidamente del vehículo y puso sus pasos hacía el mercado de la ciudad, donde se reunía una importante parte , sería más fácil reunir testimonios lo antes posible, quería ganar tiempo, necesitaba ganar tiempo.

Jhon el hijo de Bill y Mary, apareció en ese justo instante, su cara era un poema, era una mezcla de ganas de llorar y rabia intensa, era la viva imagen de la desesperación, abrazó a su padre con toda su fuerza, Bill intentó calmarlo, pero a estas alturas era tarea imposible,  se miraron y juntos se dirigieron al mercado.
Entraron como un elefante en una cacharrería preguntando a todo el mundo, la desesperación traen prisas innecesarias, hablaron con decenas de personas, la mayoría no sabían nada o la habían visto el día anterior, solo un testimonio captó su atención el de Rose Tarcen una mujer de unos 70 años, muy activa muy conocida en el pueblo, muy enterada de todo, la típica maruja del pueblo con el pelo blanco y el caminar activo de alguien que quiere saber, que quiere enterarse de todo, les contó que vio a salir a Mary del colegio, con Robert de la mano, arrancó el Lincoln y salió rápida por la carretera, pero unos metros más adelante, una camioneta descolorida y vieja les había cortado el paso, pero estaba muy lejos y no pudo ver la matricula, ni modelo ni pudo dar detalles, las piernas de Bill temblaban esto no hacía más que certificar sus malos pensamientos, algo muy peligroso le había pasado a su mujer y lo peor de todo sus nieto inocente estaba con ella, el giro de acontecimientos se estaba ensombreciendo, el miedo ya podía leerse en sus ojos su mujer y su nieto estaban en peligro, tenía que pensar bien sus movimientos, porqué podían decidir la vida de las personas que más quería , miró a su alrededor, cualquiera de los presentes podía ser el raptor, cualquiera del pueblo era sospechoso, llegaría al final de todo esto, vaya si lo haría.

lunes, 2 de mayo de 2016

ALMA EN LA ROPA

Alma en la ropa
y en la mano la copa,
camino por tierras negras
y maldigo los vientos eternos.

Soy vinagre, soy velero
y entre tanto miedo intento triunfar
triunfador de saco roto
y dueño de un perro rosa.

Busco en el bolsillo
enciendo un cigarrillo
y apago mis sonrisas.

En un domingo cualquiera escribo
y en la demencia de mis horas
suelo bostezar.

Cuanta gente y pocas rosas
lloro aveces y pesco
en estanques atrapados
en estadios vacios.

Oigo una trompeta tocar
un portazo, una loca
y ya sin tinta
intento borrar.