Cerró la caja que contenía sus pensamientos,
abrió la tapa de los recuerdos,
y sin miedo en ello,
comenzó a contar una historia.
Una historia de bravura,
unas palabras que le gustaba paladear.
Un poeta sin lápiz en sus manos,
un hombre y un papel.
Unas palabras sin camino,
un vagabundo sin destino
con una maleta cargada de esperanza,
una cabeza loca con ganas de inventar.
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